Querido Sharath
Con el corazón pesado y triste, lamento tu pérdida.
Si mi maestro hubiera vivido unos años más, habría tenido la oportunidad de visitarlo en su escuela en Mysore con mis hijos, quizá varias veces más, y de retomar esa rutina de viajar cada año, ahora con ellos ya mayores o adolescentes. Lo habría acompañado, asistido en su enseñanza un par de veces, mientras Satya y Newen practicaran con él. Quizás hasta Juan Manuel se hubiera motivado, o quizá habría continuado practicando con Saraswati. Me habría acercado a preguntarle más, o quizá me habría quedado en silencio, como solía hacer en su presencia, esperando que mis preguntas se aclararan con el tiempo o que Sharath las respondiera sin siquiera preguntar. Quizá habríamos terminado el proyecto de su libro de posturas avanzadas. Habría podido hacer muchos más viajes de aprendizaje y aventura a esa madre tierra que ocupa tanto de mis pensamientos.
Fue tan repentino. Pienso en el profundo dolor de tu mujer, tu madre, tu hija y tu hijo, de toda tu familia, de tus amigos y de tu gran comunidad.
Tengo muchas preguntas, y aún estoy procesando tu pérdida. Me quedo con este dolor por ahora, pero también con la tranquilidad de haber podido compartir años de práctica. Te estamos pensando.
Que tu alma descanse en paz.